¿Cómo distinguir los aromas del vino?

Para poder reconocer los aromas del vino hay que olerlo y luego saborearlo. Primero oleremos a copa parada y, a continuación, giraremos el vino dentro de la copa. Después de agitarlo, mientras el vino va dejando de moverse, es cuando se huele el vino por segunda vez.

Los aromas del vino se clasifican en tres categorías: primarios, secundarios y terciarios. Estos aromas, que hoy vamos a aprender a identificar, aparecen en las diferentes fases de la vinificación e, incluso, evolucionan o desaparecen con el paso del tiempo.

Aromas del vino primarios

Lo detectaremos por la salivación que produce en los laterales de la parte posterior de la lengua. Esa salivación irá poco a poco avanzando por nuestra boca activando de esta forma el resto de sabores.

Los aromas primarios del vino son esos olores que nuestro olfato detecta en función de la variedad (o variedades) de uva, del viñedo y del clima. Estos aromas primarios se dividen generalmente en cuatro grupos: frutales, herbáceos, florales y minerales.

¿Cuáles son los diez olores básicos?

Puede oler a limón, naranja, piña, manzana, frutos rojos…. En el apartado floral se perciben la miel, el azahar, las violetas o las rosas, entre otros. Y en el vegetal, el olor a hierba, a monte, a hinojo, heno, tomillo o romero. Los secundarios son aquellos que se liberan al hacer girar el vino en la copa.

Los aromas terciarios del vino son aquellos que el vino adquiere durante su crianza en barrica y en la etapa de reposo en botella. Por lo tanto, estos aromas los detectarás en: Vinos Crianza: los que han tenido 24 meses de envejecimiento, de los cuales, al menos 6 han sido en barrica de roble)

Sólo deberíamos de hablar verdaderamente de aromas amaderados en el vino si los taninos de éste no han podido resistir a los taninos de la madera, y si se perciben aspectos desecantes, casi polvorientos.

Al meter la cara en una copa de vino, captaremos la «nariz» del vino. Esto nos ayudará a determinar si el vino es dulce o seco. Si detectamos aromas de azúcar, fruta o madreselva, probablemente se trate de un vino dulce.

Es muy sencillo, si un vino es considerado como seco, cuando su concentración de azúcar oscila entre 1 y 3 gramos por litro, en un vino semiseco está entre 4 y 12 gramos por litro.

El mejor vino para empezar, según los expertos, es el dulce.

Es un vino al cual el paladar se acostumbrará más rápido, es fácil de tomar y posee un sabor muy agradable. Entre los tipos de vino indicados, se encuentran los de postre y los espumantes dulces o demi-sec.

Cuando tomamos el vino, lo saboreamos y a la vez lo respiramos, un trago de vino despierta el sentido del gusto, y el olfato. La pituitaria está comunicada con la boca, es por ello que percibimos los aromas mientras degustamos.

Los cinco sabores del vino: dulce, amargo, dulce, salado y umami. Como hemos comentado en anteriores ocasiones, en la cata de un vino pasamos primero por la fase visual, luego la fase olfativa y, finalmente, nos detenemos en la fase gustativa.

Los primeros aromas que percibimos son los primarios, que llegan a nosotros nada más acercar la copa a la nariz. Más complejos, los aromas secundarios son los que se liberan al hacer girar el vino en la copa. Finalmente, percibimos los terciarios o buqué, que aparecen con el tiempo y una agitación más enérgica.

Existen ocho categorías con olores puros que son considerados buenos, entre ellos se encuentran el floral, leñoso, frutal, cítrico, químico, mentolado, dulce y ahumado. En cambio, las dos categorías restantes están asociadas a aspectos negativos: podrido y acre.

Los olores clasificados como agradables fueron la vainilla en primer lugar. Componentes del melocotón, la piña y el mango en el segundo puesto. Los siguientes que destacan son los compuestos químicos vinculados con las flores (rosas, claveles, azahar), plantas aromáticas (pino verde) y especias.

Los perfumes Chipre se caracterizan por una composición de elementos verdes y amaderados como el musgo, la bergamota, el pachuli, laúdano, jara y cedro, roble o sándalo. Estas fragancias tienen gran fijación y difusión sin resultar pesadas, son sensuales y atrevidas y se usan preferentemente en otoño e invierno.

Una de las características más destacables de esta uva son sus aromas. Destacan los aromas a frutas tropicales, herbaceos y cítricos. Típicos son los aromas a melón, melocotones, piña, mango, maracuyá, coco, almendra amarga, hinojo, laurel, anís, heno, limón, pomelo…

Aromas Varietales; compuestos aromáticos que procuras generar en la viña a través de tu uva. Dependen del suelo y clima para su expresión. Se buscan a copa quieta (primera nariz).

Enólogo, sumiller y catador de vinos.

Sabor o aroma semejante al de la fruta.

Aromas primarios:

Afrutados: limón, naranja, pomelo, lima (cítricos); piña, mango, maracuyá, lichi (tropicales); manzana, pera (fruta blanca); melocotones y albaricoques (fruta de hueso).

¿Qué es un vino joven? Los vinos jóvenes, o vinos del año, son aquellos con menor tiempo de crianza o envejecimiento tras la fermentación alcohólica. Se recomienda su consumo entre los 2 y 6 meses desde la vendimia, hasta los 18 meses, pero como mencionamos anteriormente, cada D.O. establece sus propios tiempos.

La madera hace que el color del vino luzca más intenso, tanto en el vinos blancos como tintos. Esto se debe a la reacción que provocan los propios taninos de la madera en contacto con los antocianos, encargados de la pigmentación del vino que se hallan en la piel de la uva.

Además, su sabor suele ser más suave y ligero, por lo que combina bien prácticamente con cualquier plato. Así que, si te preguntas que vino es más dulce, verdejo o albariño, te diremos que lo mejor es que optes por el primero.

Las características de un buen vino tinto

Apariencia: Un buen vino tinto debe tener un color vibrante y profundo. Observa el color del vino inclinando la copa sobre un fondo blanco. Los tonos rojos intensos indican una mayor concentración de sabor. Aromas: El vino tinto debe ofrecer una variedad de aromas agradables.