¿Cómo se cuecen las gambas para que queden derechas?

El truco para cocer las gambas y que queden rectas, es bien sencillo, no es magia. Simplemente es poner una prensa o una tapadera con agujeros (tipo colador) que presione las gambas y haga que no se muevan. Esto evita que las gambas se puedan mover en el proceso de cocción.

El tiempo variará entre los 2 minutos y medio y los 3 minutos y medio. Si cuando añadamos las gambas el agua tarda 1 minuto en volver a hervir, dejaremos el marisco 3 minutos y medio y, en cambio, si la olla que estamos utilizando es grande y agua vuelve a hervir automáticamente, lo dejaremos solo 2 minutos y medio.

Para saber si la gamba está hecha en su punto, una vez que el agua esté hirviendo o en ebullición y veas que aparece la primera gamba en la superficie, aunque el resto no haya subido todavía, es un indicativo de que están listas.

Lavamos las gambas congeladas bajo el agua del grifo, para que se separen y no estén hechas un bloque. Una vez lavadas, las metemos en el agua ya hierviendo y cuando el agua vuelva a hervir, tras unos cuatro minutos de espera, veremos que las gambas suben a la superficie.

Agrega las gambas en el agua hirviendo. Si las descongelaste previamente, la cocción demorará entre tres y cinco minutos. Si las pones a hervir congeladas, puede llevarte entre ocho y diez minutos, pero mejor vigila la cocción así encuentras el punto de cocción.

El truco para cocer las gambas y que queden rectas, es bien sencillo, no es magia. Simplemente es poner una prensa o una tapadera con agujeros (tipo colador) que presione las gambas y haga que no se muevan. Esto evita que las gambas se puedan mover en el proceso de cocción.

Añadimos en una olla agua, sal y laurel, y una vez empiece a hervir, añadimos los langostinos y los dejamos cocinar 2-3 minutos aproximadamente (si son grandes, mejor 3 minutos). Una vez transcurrido el tiempo, pasamos los langostinos a un bol con agua muy fría y los dejamos enfriar durante 1 minuto. ¡Y listos!

Hay que tener en cuenta que el marisco cocinado puede durar entre uno y tres días como máximo en la nevera, pasado ese periodo no es recomendable su consumo. Un tiempo que se reduce drásticamente si se pretende conservar fresco, concretamente a unas 24-48 horas.

Si se seca, deberás mojarlo de nuevo para garantizar el buen estado del producto. El pescado fresco y el marisco crudo aguantan sin problemas dos días en la nevera una vez comprado. Si piensas que no lo vas a cocinar en ese tiempo, será mejor que lo congeles para disfrutar de todo su sabor y sus propiedades.

El aspecto fresco se refleja en el color translúcido de la cabeza y un cuerpo sin manchas oscuras. Otra forma de comprobar si las gambas y langostinos están frescos tiene que ver con el propio cuerpo del marisco. Su carne la debemos encontrar firme, con un caparazón brillante y resistente.

Si vives en una ciudad costera, lo ideal es sumergirlas en agua fría del mar, pero si estás en el interior, también puedes hacerlo con agua fría del grifo. Es conveniente ponerlas a escullar en un recipiente con agujeros sobre un trapo mojado, dejando que el agua se filtre a través de las piezas.

Para conservar el marisco, lo ideal, una vez ya este cocinado, es en una cámara refrigerada y tapado con papel vegetal o un paño humedecido con agua salada para evitar que se reseque.

Para descongelar gambas crudas debes dejarlas en la parte baja del frigorífico la noche anterior o si tienes prisa, puedes ponerlas bajo el grifo de agua fría o dejarlas sumergidas en un cuenco hondo con agua fría.

Gambas. Las gambas son un tipo de crustáceo. No obstante, como expondremos a lo largo del post, no todos los crustáceos se mantienen correctamente durante el mismo tiempo en el congelador. En este caso, se recomienda que las gambas sean consumidas en un período máximo de tres meses.

Vamos a descongelarlos

Como estamos hablando de marisco congelado ya cocido, basta con descongelarlo en la nevera antes de proceder a cocinarlo. Se estima en unas 10 horas por kilo, más o menos, el tiempo estimado de descongelación.

Para los pequeños bastarán unas 12 horas; los grandes necesitarán entre 18 y 24. Si están crudos, los expertos recomiendan hacerlo metiéndolos en agua mineral fría con sal para evitar que las cabezas se pongan negras durante el proceso, cosa que suele ocurrir con gambas, langostinos y cigalas.

No tienen ácido bórico, pero sí un conservante legal llamado metabisulfito que retrasa que las cabezas se pongan negras.

En el caso de gambas y langostinos, si quieres comerlos con cuchillo y tenedor, lo primero que debes hacer es cortar la cabeza y hacer un corte en la cáscara del lomo del marisco. Si está bien cocido, se despegará sin problemas. Sin embargo, si los comieses de esta manera tendrías que renunciar al jugo de las cabezas.

Calentar. Como el calor inactiva las enzimas, si adquirimos crustáceos crudos, podemos cocerlos (o someterlos a otros tratamientos con calor) para impedir la melanosis.

por persona. Gambas, langostinos, etc. 300 grs. por comensal.

La ración por persona puede ser de unos 150–200 gramos.

Aproximadamente 35/45 piezas/kilo.

El metabisulfito, conservante definitivo para los mariscos.

En general, se recomienda consumirla dentro de los 2-3 días posteriores a su elaboración para garantizar su calidad.

Renuévalo constantemente para evitar cualquier tipo de problema de salubridad. Cubre el marisco con un paño húmedo al guardarlo en la nevera: utiliza un paño fino y ve humedeciéndolo constantemente. Así se previene que el marisco se reseque por la acción del frío.

Duración según el tipo de alimento

Carne: igual que el pescado, sólo debería permanecer descongelada en el frigorífico durante un día o dos como máximo, aunque si se trata de un corte entero, puede aguantar algún día más en el refrigerador si en su momento se congeló nada más comprarlo.

Los crustáceos como el buey de mar, el bogavante, el centollo, y la nécora si se adquieren vivos podrán mantenerse frescos (e incluso vivos) bastante bien en el frigorífico durante unos dos días. Para ello debemos mantenerlos cubiertos con un paño húmedo, para ayudarlos a que no se resequen.