¿Cómo se puede congelar la lechuga?

Lava y seca las hojas de lechuga antes de congelarlas, así se elimina cualquier suciedad o tierra. Después, las hojas pueden congelarse enteras o cortadas en trozos más pequeños. Para guardarlas, se recomienda utilizar recipientes herméticos o bolsas de congelación para evitar que se quemen por el frío.

Cortar La lechuga deja en pedazos más pequeños y las metas en bolsas de congelador o en un recipiente. Las bolsas de cierre postal funcionan mejor, pero siempre que el contenedor o la bolsa estén sellados, no será un problema. Asegúrese de no sobrecargar la bolsa, ya que esto afectará la calidad de las hojas.

La congelación hace que se formen cristales de hielo dentro de las paredes celulares de la lechuga. Debido a que es una hoja muy delicada con un alto componente de agua, los cristales de hielo hacen que las células se rompan. Esto altera el sabor de la lechuga y, además, cambia su textura.

Mete sobre la lechuga papel de cocina seco. Es importante que la cubra, por lo que, en caso de utilizar un tupper, igual necesitaréis un poco más de papel para ello. Asegúrate de cerrar bien el recipiente para que no entre el aire. Guarda en la nevera boca abajo ¡y listo!

Para eso coloca las hojas de lechuga en un recipiente con agua de la llave junto con papas cocidas cortadas por la mitad. Llevar el recipiente al refrigerador por 2 horas. Pasado el tiempo retira las hojas de lechuga del recipiente y verás como vuelven a estar fresca y tiernas.

Una vez queden congelados, podemos dejar los cubos en el molde o sacarlos y conservarlos en una bolsa apta para congelador. Siguiendo este método, la lechuga aguantará en buen estado en nuestro congelador hasta nueve meses.

Si congelas lechuga fresca, podrás mantenerla en el congelador mientrasseis meses. Sin embargo, cuando sea posible, recomendaría mantener la lechuga fresca y comerla dentro de unos días posteriores a la compra. Esto se debe puramente a que la lechuga estará en su mejor calidad en este momento.

Ensalada. Las hojas verdes (espinacas, lechuga, escarola...) se pueden congelar y no pierden nutrientes, por algo se compran tan a menudo en bolsas en la sección de congelados.

Corta las hojas por la mitad y seca la lechuga en un centrifugador de ensalada. Si no tienes, puedes poner las hojas de pie y dejarlas secar o usar papel de cocina absorbente. Las hojas deben quedar un poco húmedas.

Eliminar el aire ayuda a prevenir la oxidación, que es la causa de que cambie de color. - En la nevera, evita que las hojas toquen las paredes. - La lechuga tolera el frío, pero no a muy bajas temperaturas. Por ello, se debe guardar en los cajones o estantes más bajos de la nevera, donde la temperatura es más elevada.

Déjalas al aire, en una zona fresca y ventilada, para que terminen de secarse, al 90% (queremos mantener un mínimo de humedad para que no se resequen).

Para guardarlas en tupper, colocar hojas de papel absorbente o servilletas en el fondo del tupper. Luego, colocar las hojas verdes y por último otro papel absorbente húmedo (rociar con muy poca agua) y cerrar con su tapa.

Consejos previos:

La congelación hace que se formen cristales de hielo dentro de las paredes celulares de la lechuga. Debido a que es una hoja muy delicada con un alto componente de agua, los cristales de hielo hacen que las células se rompan. Esto altera el sabor de la lechuga y, además, cambia su textura.

Cómo congelar pepinos

Por su parte, los grupos de alimentos que te mencionamos a continuación se pueden guardar sin problema en la mayoría de los estantes de la nevera: Verduras cocinadas: de 3 a 5 días. Estofados, guisos y caldos sin carne o pescado: de 3 a 4 días.

Es ideal descongelar los alimentos en el frigorífico

Lo mejor es retirar el alimento del congelador e ingresar a la parte inferior del frigorífico. De esta forma se iniciará un proceso de descongelación mucho más seguro y acorde para garantizar la calidad del alimento.

Para congelar los tomates enteros primero hay que lavarlos muy bien y secarlos con un trapo. Después simplemente es cuestión de ponerlos en una bandeja extendidos en el congelador, y una vez que están congelados, se deben introducir en una bolsa de congelación extrayendo el máximo de aire posible.

Lava y pela las zanahorias frescas. Escalda las zanahorias para evitar que se decoloren y ablanden cuando las descongeles. Escurre el exceso de agua del escaldado y las colocas sobre papel de cocina para que se sequen. Guarda las zanahorias enteras en bolsas herméticas y las metes en el congelador.

Con respecto a las verduras, no se recomienda congelar la lechuga, el pepino y todas aquellas verduras que se quieran consumir crudas (en ensaladas). Esto se debe principalmente a la pérdida de textura que se produce al descongelarlas para su consumo.

Se pueden congelar: acelgas, ajo, alcachofas, berenjena, brócoli, calabacín, cebolla, coliflor, espárragos, espinacas, maíz, patata, perejil, remolacha o zanahorias. No se recomienda congelar: endibia, pepinos, tomates, apio, lechuga, aguacate o champiñones .

En primer lugar, lava muy bien los calabacines y sécalos con cuidado. Trocea los calabacines de la forma que prefieras. Ponlos en una bandeja estirados para que no se queden apelmazados ni se peguen al congelarse. Después, podrás introducirlos en una bolsa de congelación normal y guardarlos hasta que los necesites.

Cubre las hojas con toallas de papel húmedas y colócalas en el recipiente que guardarás en la nevera. Evita usar un tazón porque se acumularía la humedad abajo. Lo ideal es que sea un recipiente que permita la circulación del aire. La lechuga se conservará en perfecto estado de cinco a diez días de esta manera.

Qué puedes hacer si la lechuga te da gases

Para evitar este efecto se aconseja masticar bien los alimentos y añadir especias como hinojo, orégano, comino…”, afirma Aparici. Campoy añade que “si crees que la lechuga te produce gases, una forma de consumirla sería cocinarla ya que aumentarías su digestibilidad.

Para mantener la escarola fresca, hay que conservarla en el frigorífico. Para su conservación recomendamos que se lave en agua, secar bien y guardar en el frigorífico dentro de una bolsa de plástico.

Coloca la lechuga en un recipiente agujereado (te sirve la propia canasta de la centrifugadora) y tápalo con un paño húmedo, o papel absorbente ligeramente humedecido. Mételo en la nevera. Usando este truco la lechuga se conservará fresca y crujiente entre 3 y 5 días. ¡Pruébalo!