¿Cuál es el único pecado que no tiene perdón?

“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”.

Por eso el pecado de blasfemia contra el Espíritu no puede ser perdonado, ya que quien no reconoce su pecado no busca que sea perdonado.

Jesucristo llamó al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Juan 14:17; 15:26; Juan 16:13) y nos advirtió: "Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada a los hombres" (Mateo 12:31).

¿Hay pecados sin perdón? El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios. El único pecado que no tiene perdón es el pecado contra el Espíritu Santo.

En casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es la principal fuente de la que derivan los otros.

El pecado imperdonable es el pecado extremo contra el que advierte Jesús en Mateo 12, Marcos 3 y Lucas 12: “Por eso les digo, que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.

Por eso os digo que cualquier pecado y blasfemia les será perdonado a los pueblos, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. Al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero a cualquiera que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado ni en este siglo ni en el venidero.

Es posible que haya sentido que sus pecados son demasiado graves o que ha cometido el mismo error demasiadas veces. Pero no importa cuánto hayamos pecado, siempre podemos arrepentirnos y ser perdonados. Algunos pecados pueden ser más fáciles de corregir que otros, pero Jesucristo ha provisto el perdón total de todos los pecados . Está ansioso por perdonar.

Y cualquiera que diga una palabra contra el Hijo del Hombre será perdonado, pero cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” (Mateo 12:31-32).

porque "el perdón es algo que extendemos o no hacia las personas, y afecta fundamentalmente las relaciones entre las personas. Y, sin embargo, son los hechos los que se dice que son imperdonables". 43 Por ejemplo, a menudo se citan la violación, la tortura y el asesinato . como actos imperdonables, porque son muy repulsivos y atroces.

La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como «pecados capitales». Independientemente de la vigencia o no de la idea de pecado en nuestras sociedades, son siete pasiones muy arraigadas en la psique humana.

Fue el papa de Roma Gregorio Magno quien, a finales del siglo VI, fijó para siempre los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, gula, lujuria, ira, envidia y pereza. Vicios capitales, pecados cardinales o pecados capitales, lo mismo son.

Por caso reservado se entiende el pecado cuya absolución no se permite al confesor inferior sino que se la reserva el superior, para darla por sí mismo o por otro confesor especialmente delegado con ese objeto.

¿Por qué es un pecado más grande el no perdonar a alguien que el hacer daño? El Señor enseñó: “Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado.

En casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es la principal fuente de la que derivan los otros.

La soberbia, a veces llamado vanidad, orgullo o arrogancia, se considera el pecado fundamental y la madre de todos los vicios. El primer pecado cometido fue un acto de soberbia por Satanás se negó a reconocer a Dios como su Señor. Asimismo, la soberbia fue la trampa que sedujo a toda la humanidad en Adán y Eva.

LBLA pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene jamás perdón, sino que es culpable de pecado eterno.

La blasfemia contra el Espíritu Santo es cuando uno condena la operación misericordiosa de Dios y la atribuye al mal y a los espíritus engañosos, cuando esa misma operación es, evidentemente, del Espíritu Santo. Los mejores ejemplos que tenemos son los que figuran en las Escrituras en Mt 12,22-32 y Mc 3, 22-30.

Jesús condena el pecado de la hipocresía.

Los escribas y los fariseos pagaban el diezmo, daban a los pobres, asistían a los servicios de adoración y asistían con frecuencia al templo. ¿Por qué los condenó el Señor? (Véase Mateo 23:5, 14, 23–28.

Los blasfemos que perseveran en la contumacía serán arrojados sin miseri- cordia al pozo del infierno.

María Magdalena, una prostituta que fue redimida por Jesucristo.

Jesús enseñó: “ Si perdonáis a los demás sus transgresiones, vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros ” (Mt 6:14). Pedro preguntó a Jesús con qué frecuencia es necesario perdonar, y Jesús respondió: “Setenta y siete veces” (Mt 18,22), un número que debe tomarse simbólicamente, no literalmente, como la forma interminable en que debemos perdonar.

El perdón glorifica al Hijo de Dios .

Todo pecador perdonado está a salvo detrás de las cicatrices de Jesucristo. Y por lo tanto, el perdón glorifica el nombre de Cristo: es “por amor de su nombre” (1 Juan 2:12). El perdón de Dios no enfatiza principalmente nuestro valor sino el de Jesús.

El que en gracia de Dios se acerca a comulgar, recibe una prenda de la gloria; mas quien a sabiendas llega en pecado mortal, él mismo, imitando al traidor Judas, se traga su propia condenación, de modo que si a tiempo no hace verdadera penitencia de tan horrendo sacrilegio, va irremisiblemente al infierno.

La blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en atribuir a Satanás los milagros de Cristo operados por el Espíritu Santo (Mt 12:22-24; Mr 3:20-30; Lc 11:14-23). Esta actitud es fruto de un corazón incrédulo, indiferente y malicioso que se opone abiertamente al Señor.

Jesús enseñó a Sus discípulos que debemos perdonar siempre. Jesús perdonó a las personas que sentían pesar por sus pecados. Cuando perdonó a una mujer, ella se sentía tan agradecida que lavó los pies de Él con sus lágrimas. Jesús también perdonó a las personas que no sabían que estaban haciendo algo malo.

"Cuanto más abierto y honesto seas, más fácil será en muchos niveles. Si no tienes nada que ocultar, no hay razón para mentir", dice Ratusny. En pocas palabras: depende de qué tan grande sea la mentira. Una pequeña mentira piadosa es perdonable, pero una mentira grande y cruel no lo es y es posible que tengas que reconsiderar la relación o buscar terapia.