¿Cuáles son las tentaciones de la carne?

Éstos incluyen la sodomía, la molicie o tocamientos torpes y las posturas que recuerdan actos sexuales de animales, que se apartan de la regla de la dominación del macho sobre la hembra. A estos pecados, siguen el sacrilegio, el incesto, el adulterio, el estupro y la fornicación simple.

La carta a los Gálatas opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: “Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo ...

Las tres tentaciones en el Evangelio de Juan

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho ...

La tentación es una prueba de la capacidad de las personas de escoger el bien en lugar del mal. Es una incitación para pecar y seguir a Satanás en lugar de a Dios. Parte de la experiencia de esta vida es aprender a vencer la tentación y escoger el bien sobre el mal.

La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como «pecados capitales». Independientemente de la vigencia o no de la idea de pecado en nuestras sociedades, son siete pasiones muy arraigadas en la psique humana.

Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza. Al principio del cristianismo, todos los escritores religiosos ―Cipriano de Cartago, Juan Casiano, Columbano de Luxeuil, Alcuino de York― enumeraban ocho pecados capitales.

Toda tentación que enfrentemos nos llega en tres formas:

Las tres tentaciones en el Evangelio de Juan

Jesús fue al desierto para estar con Dios, y allí, el Salvador habló con el Padre Celestial. No comió nada por 40 días porque estaba ayunando. Vino el diablo y tentó a Jesús a que probara que era el Hijo de Dios. Primero, le dijo que convirtiera unas piedras en pan.

La mortificación de la carne es un acto por el cual un individuo o grupo busca mortificar, o poner a la muerte, su naturaleza pecaminosa, como parte del proceso de santificación.

En ocasiones se refiere a todos los seres vivos o en contraposición de Dios (subrayando así la fragilidad y debilidad de los seres creados). En otros textos indica a todo el hombre o toma un sentido peyorativo o pecaminoso.

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

La tentación en sentido estricto es la posibilidad que se nos presenta de obtener lo que deseamos por medios equivocados, de tal modo que el deseo en sí mismo no es necesariamente malo, pero sí los recursos de que estamos dispuestos a echar mano para satisfacerlo.

Revisamos a continuación algunas estrategias para mejorar tu autocontrol.

Orar para pedir fortaleza. Cuando el Salvador resucitado se apareció a los nefitas, enseñó a la multitud: “Debéis velar y orar siempre, no sea que entréis en tentación; porque Satanás desea poseeros para zarandearos como a trigo. Por tanto, siempre debéis orar al Padre en mi nombre” (3 Nefi 18:18-19).

“Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada”.

Ese es el pecado imperdonable, o lo que Juan llama el pecado de muerte. Es grave e imperdonable, simplemente porque ellos jamás vendrán al Señor en búsqueda de perdón. Ellos nunca se arrepentirían de ese pecado, y sin arrepentimiento no hay perdón.

¿Por qué es un pecado más grande el no perdonar a alguien que el hacer daño? El Señor enseñó: “Debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado.

La soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza son las siete pasiones del alma que la tradición eclesiástica ha fijado como «pecados capitales».

Los grandes son asesinato, simonía y herejía; los medianos adulterio, fornicación, falso testimonio, robo, hurto, soberbia, avaricia, «sanna de luengo tiempo», sacrilegio, perjurio, alcoholismo, y «enganno en dicho o en fecho, de que uiene mal a otro>>.

LUJURIA. La lujuria es otro de los pecados capitales más populares. Es el deseo excesivo por el placer sexual. Esa satisfacción carnal se aleja del propósito divino, el del amor entre cónyuges entregados a la procreación.

La tentación es una prueba de la capacidad de las personas de escoger el bien en lugar del mal. Es una incitación para pecar y seguir a Satanás en lugar de a Dios.

Santiago 1:12-17 NVI

Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a quienes lo aman. Que nadie al ser tentado diga: «Es Dios quien me tienta».

Caer en la tentación significa no ser capaz de resistir el deseo de hacer algo prohibido. Para utilizar esta expresión puedes utilizar la siguiente estructura: Caer en la tentación de + infinitivo.

Y luego le dijo: «Todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras». Entonces Jesús le respondió: «''Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás».

Tercera tentación: nuevamente lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Lucas lo formula de otra manera: y llevándolo hacia lo alto le hizo ver todos los reinos del orbe en un solo instante.