¿Cuándo emigran los buitres?

La migración prenupcial de vuelta de los países del Sahel, se produce entre los meses de marzo y mayo acompañados en ocasiones de otra especie, el buitre moteado (Gyps rueppelli) que hasta 1980 también era considerado una especie no migratoria.

Por orden de importancia el buitre negro se encuentra en Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Andalucía, Madrid, Islas Baleares y Cataluña. Extremadura acumula 964 parejas, que suponen el 37,9% de la población española y solo Cáceres, con 854 parejas, acoge el 33,6% del total.

​​ Los buitres se encuentran distribuidos por todos los continentes, excepto la Antártida y Oceanía.

A diferencia del buitre leonado (Gyps fulvus), que prefiere espacios rocosos, el buitre negro anida en las copas de los árboles, por lo que se trata de una especie muy sensible al deterioro forestal.

El buitre leonado se instala en cortados rocosos en época reproductora, ya sea en zonas de montaña —donde alcanza los 2.000 metros de altitud— o en cañones fluviales. No obstante, quizás debido al crecimiento poblacional, en las últimas décadas cada vez son más frecuentes los nidos situados en árbol.

Como carroñeros que son, los buitres se alimentan de animales muertos. No solo reducen el número de cadáveres malolientes o en estado de descomposición, sino también ayudan a evitar la propagación de enfermedades, pues muchos de los virus y las bacterias mueren por el ácido presente en los estómagos de estas aves.

Su dieta consiste principalmente en carroña, los restos de animales muertos. Tienen varias adaptaciones para alimentarse de carroña. La falta de plumas en la cabeza les ayuda a evitar ensuciarse mientras comen. Sus fuertes picos en forma de gancho están adaptados para arrancar trozos de carne del cadáver.

Es una de las aves más grandes del mundo con un plumaje muy oscuro. Es menos gregario que el buitre leonado y se le suele ver en solitario o formando pequeños grupos. La envergadura puede llegar hasta los 2,90 m y puede llegar a pesar hasta 12 kilos.

La población del buitre negro se encuentra en una evolución positiva en España a pesar de los problemas surgidos con su fuente de alimentación hace unos años y asciende actualmente a entre 2.548 y 3.140 parejas, según el último censo coordinado por SEO/BirdLife.

Buitre de gran tamaño, puede alcanzar el metro de altura y superar los 10 Kg de peso, con alas grandes y anchas que se aproximan a los 3 metros de envergadura alar. Se considera el ave rapaz más grande del Paleártico. La coloración dominante es el marrón oscuro, casi negro cuando son jóvenes, y aclarándose con la edad.

En libertad, 19 y hasta unos 40 años para el buitre negro (Quercus), 23 años para el buitre leonado y 20 para el alimoche (Hojas Informativas del Refugio de Montejo), y 21 para el buitre encapuchado (Vulture News).

Los buitres suelen poner 1 solo huevo, que en unos 48-54 días de incubación dan paso a un pollo con un plumón grisáceo y blanco en la cabeza.

Forma grandes colonias de cría en acantilados y cada pareja cría un solo pollo por temporada.

España tiene el 90 % de las poblaciones de buitres de la Unión Europea y en su territorio habitan cuatro variedades: quebrantahuesos (Gyapetus barbatus), buitre leonado (Gyps fulvus), alimoche (Neoprhon pernopterus) y buitre negro (Aegypius monachus).

Los buitres gruñen, mugen, cacarean; a veces da la sensación de que las carroñeras se burlan imitando las voces de sus presas.

Son carnívoros y comen carroña casi exclusivamente. Ellos prefieren la carne fresca pero son capaces de consumir cadáveres putrefactos que serían tóxicos para cualquier otro animal.

Al calentarse el aire en las cercanías del suelo debido a la insolación recibida, disminuye su densidad y asciende formando masas de aire caliente generando esas corrientes ascendentes que aprovechan las aves rapaces para planear y tomar altura mientras vuelan en círculos en torno a ellas.

Se comunican mediante silbidos, graznidos y bufidos que emiten mientras están comiendo o cuando están en los nidos.

Los buitres tienen los picos fuertes, gruesos y en forma de gancho con bordes bastante afilado; sin embargo, la excepción es el buitre egipcio que tiene un pico delgado y estrecho, que le permite extraer la médula de los huesos (^{Rebman, 2012}; ^{O´Neal, 2016}).

Cualquiera puede observar al buitre leonado volando varias horas entre alturas de 1.800 a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Aunque en días excepcionales puedan llegar a los 6.000 metros sobre el nivel del mar y recorriendo desde 50 kilómetros a 300 kilómetros según la potencialidad convectiva del día.

En vuelo rectilíneo, los buitres vuelan entre térmicas a una velocidad que oscila entre los 60 y 80 km/h.

Su nombre científico es Aegypius monachus, pero es más conocida como buitre negro. Es una especie de ave accipitriforme de la familia Accipitridae, la única de su género. Está considerada el ave rapaz más grande de la Península Ibérica y una de las más voluminosas a nivel mundial.

Empezaremos por el de mayor envergadura, el buitre negro, con casi 3 metros, siendo más normal verlo entre 265 cm y 290 cm, y hasta 115 cm de altura.

Ponen un único huevo (Donázar, 1993), que pesa entre 210,5 y 280 g (Glutz von Blotzheim et al., 1971). El período de incubación dura alrededor de 57 días, con variaciones observadas entre los 50 y 68 días (Bernis, 1966; Hiraldo, 1983; Del Moral y De la Puente, 2005).

Junto con el buitre negro, el quebrantahuesos y el alimoche (en verano), es una de las pocas especies de buitres que pueden verse en Europa, pues se le puede encontrar en España, Portugal, zonas aisladas de Francia (donde ha sido reintroducido) e Italia, buena parte de los Balcanes y Crimea.

De este modo cornejas, cuervos, urracas, grajillas, arrendajos y chovas ejercen, con importancia dispar en función del hábitat afectado, una importante labor de limpieza de despojos de animales de pequeño tamaño, a la vez que atraen la atención de las grandes aves necrófagas hacia los cadáveres más voluminosos.

Los buitres, también conocidos como gallinazos, son animales carroñeros, lo que significa que comen carne muerta. Son las especies más eficientes en la búsqueda de podredumbre en comparación con otros necrófagos.