¿Cuándo Jesús subió a la barca de Pedro que le dijo?

Lucas 5:2-11 TLA Jesús subió a ella y le pidió a Pedro que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando Jesús terminó de enseñarles, le dijo a Pedro: —Lleva la barca a la parte honda del lago, y lanza las redes para pescar.

Jesús les dijo: “Yo soy, no temáis”. Pedro también quiso andar sobre el agua, y Jesús le dijo que fuera hacia Él. Pedro salió del barco y comenzó a caminar sobre el agua hacia el Salvador. Como el viento soplaba muy fuerte, a Pedro le dio miedo.

Luego Jesús entró en la barca y comenzó a cruzar el lago con sus discípulos. De repente, se desató sobre el lago una fuerte tormenta, con olas que entraban en la barca; pero Jesús dormía. Los discípulos fueron a despertarlo: —Señor, ¡sálvanos!

Jesús llama a Pedro, el pescador, a ser pescador de hombres — Sana a un leproso — Perdona los pecados y sana a un paralítico — Llama a Mateo — Los enfermos necesitan un médico — El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.

Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.

Jesús le prometió a Pedro que le daría el sacerdocio y la autoridad para dirigir Su Iglesia. Entonces Pedro y los discípulos tendrían la autoridad para establecer la Iglesia de Jesús en la tierra. Jesús les pidió a Sus discípulos que todavía no le dijeran a nadie que Él era el Cristo.

Juan 21:15-23 NTV

Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? —Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, alimenta a mis corderos —le dijo Jesús.

Un día, cuando Jesús y Sus discípulos estaban navegando en una barca, hubo una tormenta terrible. Las olas se encrespaban y los vientos soplaban. Los discípulos tenían miedo de que la barca se hundiera. Los discípulos buscaron a Jesús y lo encontraron durmiendo.

La respuesta llana y simple es que probablemente Jesús se encontraba extremadamente cansado, y por esa razón en cuanto se sintió tranquilo en la barca, aprovechó para dormir.

Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Nuestro primer encuentro con Pedro es a principios del ministerio de Jesús. Mientras Jesús caminaba por la orilla del lago de Galilea, vio a dos hermanos, Simón Pedro y Andrés, echar la red al agua. Y los llamó diciendo: << Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.>> (Mateo 4,19).

En dos ocasiones, los Evangelios de san Lucas y san Juan narran que los discípulos que eran pescadores, guiados por Jesús, realizaron pescas muy abundantes, después de una noche de pesca infructuosa: son llamadas las pescas milagrosas.

Jesús llama a Pedro, el pescador, a ser pescador de hombres — Sana a un leproso — Perdona los pecados y sana a un paralítico — Llama a Mateo — Los enfermos necesitan un médico — El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos.

Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua». Él le dijo: «Ven».

En la tradición cultural, a lo largo de la historia, el número 153 ha tenido mucha significación. Por ejemplo, según el Evangelio, es el número de peces que San Pedro atrapó en sus redes en el lago de Tiberíades en el pasaje de la pesca milagrosa.

¿Cuáles fueron los errores del apóstol Pedro? A pesar de sus muchas virtudes, Pedro también tenía defectos: se quejaba de que él, al igual que los otros apóstoles, había abandonado todo para seguir a Jesús, y quería saber qué recibiría a cambio (Mateo 16, 27).

Pedro le hizo la pregunta: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “A donde yo voy, no me puedes seguir ahora; mas me seguirás después. Le dijo Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora?

Pedro fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Él era pescador en Galilea junto a su hermano, Andrés, cuando Jesús lo llamó para que fuera su discípulo. Jesús los vio mientras pescaban y les dijo que si lo seguían, él los haría pescadores de hombres.

Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que hoy, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces». Después les dijo a todos ellos: «Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?» Ellos contestaron: «Nada».

«Todo está cumplido». - Consummatum est (Juan, 19: 30). «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». - Pater in manus tuas commendo spiritum meum (Lucas, 23: 46).

Pedro tiene un gran corazón con un real deseo de dar su vida por Jesús sin hacer cálculos, se dejaba llevar por su amor a Cristo, porque Jesús le reveló el sentido de la vida y fue este conocimiento lo que le permitió confirmar a sus hermanos en la fe y ser el primer Papa de la Iglesia Católica”, expresó el purpurado.

Bueno, existe una explicación muy sencilla. En el evangelio según Mateo se nos dice que el nombre del padre de Pedro era Jonás: “Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).

Jesús y Sus discípulos estaban en un barco en el mar de Galilea, y Jesús se quedó dormido. El viento empezó a soplar muy fuerte, y las olas llenaban el barco de agua. Los discípulos tenían miedo de que el barco se hundiera. Despertaron a Jesús y le pidieron que les ayudara.

Los discípulos tenían miedo de que la barca se hundiera. Los discípulos buscaron a Jesús y lo encontraron durmiendo. “¡Sálvanos!”, exclamaron. “¿Por qué teméis?”, les preguntó Jesús.

Los discípulos observaban mientras las olas dejaban de azotar y los vientos dejaban de soplar. La tormenta había terminado, tal como Jesús había mandado que lo hiciera. A veces ocurren cosas que nos dan miedo, pero Jesús está cerca. Pensar en Él nos puede ayudar a sentirnos seguros y tranquilos.

Jesús y Sus discípulos estaban en un barco en el mar de Galilea, y Jesús se quedó dormido. El viento empezó a soplar muy fuerte, y las olas llenaban el barco de agua.

El Jesús cansado se acerca y se sienta junto a nosotros y dice algo así como: «Lo sé . . . Creedme, sé lo que es sentir tener calor, estar cansado y agotado». De hecho, Hebreos 4:15 dice lo siguiente: «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades”.