¿Cuando no debo comer helado?

Están contraindicados para aquellas personas alérgicas a sus componentes (proteínas de leche de vaca, huevos…), personas con alteraciones del metabolismo o con obesidad, si se consumen en exceso.

Así que, si tienes un resfriado puedes comer helados y tomar leche. No te curará, pero no hará que tu resfriado sea peor.

La consecuencia de comer un exceso de helado no solo es un aumento de peso por su alto nivel de azúcar, sino que también puede ocasionar problemas en los niveles del colesterol al ser una grasa saturada, según los dietistas.

Los helados de crema o leche normalmente contienen sólo grasa láctea. Aunque su aporte de colesterol no es elevado, estas grasas son mayoritariamente saturadas, por lo que conviene moderar su consumo.

El médico Andi Khomeini Takdir Haruni coincide en la falta de sustento científico para culpar a las bebidas frías de los resfriados: “No existe una correlación directa entre consumir hielo o bebidas frías, y la tos, los resfriados o la gripe (…) La baja temperatura corporal no causa la gripe o la tos.

Helados industriales

Además de que estas grasas son perjudiciales para la salud, son también difíciles de digerir, de manera que su consumo puede dificultar la digestión y aumentar la sudoración y el malestar cuando suben los termómetros. Por este motivo, Quintana recomienda preparar helados y polos en casa.

Consume alimentos fríos, como polos de helado, puré de manzana, gelatina saborizada y sorbetes. El frío alivia el dolor de garganta. Evita las comidas agrias, ácidas o saladas. Evita las comidas con cítricos y tomate.

4- Helado.

Por lo general, estos tienen muchas grasas y azúcares que alteran el metabolismo y la actividad del sistema nervioso y pueden hacer que pases una mala noche.

Por eso, es importante conocer la cantidad máxima de helados que se pueden comer en una semana. Según los expertos consultados por el portal Bebesymas, se considera que la dosis máxima semanal es de dos o tres porciones.

Dos bolas de helado pequeñas o un polo de hielo contienen unos 25 gramos de azúcar, cantidad máxima de ingesta diaria recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para adultos y niños.

Si se trata de un helado cremoso, su contenido de grasas saturadas es muy alto. Una sola taza puede aportarte casi 16 g de grasas saturadas, es decir, prácticamente la cantidad que deberías tomar en todo un día. Alternativas. Si estás decidida a comerte un helado, mejor que sea uno de agua, un granizado o un sorbete.

Si buscamos un helado saludable es fundamental evitar aquellos que contengan ingredientes artificiales, como colorantes, conservantes (se distinguen por la nomenclatura E-), azúcares añadidos y edulcorantes como el jarabe de glucosa o la dextrosa. Asimismo, conviene observar en qué cantidades se presentan.

Según esos criterios, los helados de frutas como fresa, frambuesa, kiwi, melón o sandía serían los mejores, mientras que aquellos con nata, chocolate o vainilla deberíamos comerlos con mucha moderación, "una vez por semana", recomienda la doctora.

Explica que el helado puede ser una opción efectiva para aliviar el dolor de garganta, ya que el frío puede reducir la inflamación. Claro está, se debe consumir con moderación, ya que los helados suelen ser altos en calorías y azúcares. Además, un exceso de frío puede tener efectos contraproducentes.

Alimentos que debes evitar: lo mejor es no comer nada demasiado caliente ni alimentos que puedan rasparnos la garganta al tragarlos como las nueces o las patatas fritas. Los zumos de frutas ácidos, como el de naranja o la limonada, así como las verduras crudas pueden ser molestos si tenemos la garganta irritada.

Te decimos cuáles son, y te avisamos de que ya de por sí no son muy saludables.

Ofrecerles polos helados es una forma de ayudar con la hidratación y aliviar el dolor en los niños, especialmente para aquellos a los que les resulta doloroso tragar agua.

Algunas opciones para lograrlo son: Frutas como melón, mango, guayaba, mandarina, naranja y toronja. Verduras frescas como pepino, lechuga y calabaza que ayudan a reponer los electrólitos.

Además de una buena hidratación, es necesario consumir una alimentación adecuada. De este modo, los alimentos probióticos como yogures, leche, frutas y verduras ayudarán a reducir la fiebre.

–Verduras: La cebolla, el cebollino, la cebolleta, el puerro, el ajo, el repollo, la coliflor, el brécol, la berza, las coles de Bruselas o el nabo contienen compuestos azufrados que influyen positivamente sobre los síntomas de las enfermedades respiratorias gracias a su efecto mucolítico y de fluidificación del moco, ...

Los alimentos duros o sólidos: estos pueden llegar a obstruir el conducto de la garganta y aumentar el dolor. En este sentido, hay que evitar comer galletas, frutos secos, cereales, zanahorias y otros alimentos similares, salvo que decidas triturarlos antes o ablandarlos con ayuda de leche tibia.

Bebidas suaves como el té verde o las infusiones. Frutas suaves como la sandía, el melón o el plátano pueden incluirse también. Helados y sorbetes que en el caso de inflamación ayudarán a reducir las molestias. No se recomienda si hay afonía.

Los alimentos que no debes tomar por la noche son: helados, bollos, alcohol, pizza, salsas, fritos, carne roja, turrones, cafeína, chocolate... No se trata por tanto de la hora en sí, sino de espaciar la cena con la hora de acostarse.

Verduras. El brócoli o el repollo estarían desaconsejados debido a su difícil digestión. Asimismo, el maíz, las patatas o la calabaza contienen más calorías que otras verduras, por lo que es mejor consumirlas por el día.

Lo recomendable para facilitar la digestión y dormir bien es acostarse como mínimo una hora y media después de haber ingerido los alimentos. Dos horas sería el tiempo ideal que debes esperar para echarte a dormir después de comer. Además, lo conveniente es reposar entre 15 y 20 minutos después de cada comida.

La porción saludable de helado ronda los 125 a 150 centímetros cúbicos (un vasito chico de heladería o dos bochas) una o dos veces por semana, coinciden especialistas de la salud.

«Se consideran de consumo ocasional todos aquellos alimentos que tienen exceso de grasas saturadas, grasas trans, azucares añadidos, sal… Los helados entran dentro de este tipo de alimentos y por tanto deben ser de consumo ocasional, pudiendo determinar un máximo de tres ocasionales al mes».