¿Cuándo se acaba la temporada de caracoles?

Los caracoles que se usan en las tapas, suelen comenzar a verse en el mes de mayo y su temporada se extiende hasta junio, es decir, en la transición de la primavera al verano.

Fechas confirmadas

El año pasado, el periodo establecido fue del 14 de febrero al 14 de junio. Sin embargo, este año 2023, la cita con los caracoles se adelantan cuatro días, abarcando del 10 de febrero al 13 de junio.

La temporada comienza este viernes, 17 de febrero, y finalizará el próximo 13 de junio. Estos son los puestos confirmados para la temporada de caracoles de 2023.

La primavera, el verano y el inicio del otoño constituyen la parte más importante la helicicultura a lo largo del año en cuanto a la actividad productiva del caracol se refiere.

Un apunte a tener en cuenta es que casi el 95 % de caracoles que se consumen en Andalucía provienen de Marruecos. «La mejor época para comerlos es a final de mayo y principio de junio», afirma Antonio.

En invierno o en estaciones secas, muchas especies terrestres o de agua dulce hibernan en su concha sellándose con el opérculo, que les sirve de protección para la hibernación y que se destruye en la primavera o cuando el entorno se hace más húmedo.

Durante la noche, cuando la humedad es más alta, los caracoles aprovechan para salir a alimentarse. Esa humedad les permite desplazarse con mayor agilidad y llegar hasta la planta pero, muchas veces, cuando llega el día y la sequedad, los caracoles no tienen tiempo para volver a su escondite entre las rocas y tierra.

Durante el día permanecen ocultos debajo de las piedras o en huecos entre las rocas, mientras que por la noche son más activos.

Tapa de caracoles: 2,30 euros. Tapa de cabrillas: 2,50 euros. Tarrinas: entre 4,50 y 10 euros.

Hemos descubierto que los caracoles tienen un agujero por la parte de delante de la concha, y ya sabemos para qué sirve, es su ano. Cuando el caracol consume la comida esta va hacia la concha y se mueve en forma de espiral a través de ella, para finalmente salir en forma de caca por su ano.

Después de la tormenta llega la calma y el sol y salen los caracoles, como dice la canción, a pasear sus cuernos al sol, pero en julio y agosto no hay ni tormentas ni caracoles, y es que, como bien dice el dicho, a partir de San Juan ya no se deben comer.

Alto contenido en proteínas que permite el desarrollo de los músculos y la regeneración de los tejidos. Aporta una importante cantidad de calcio y fósforo, ambos necesarios para el buen mantenimiento de los huesos y dientes. Alto contenido en hierro, que ayuda a prevenir anemias.

Su alimentación se basa en hierbas y hojas de plantas, pero también comen tierra ya que necesitan calcio para que crezca su caparazón. Los caracoles más apreciados son los que tienen la concha dura ya que no se rompen cuando se guisan. Comen, sobre todo, por la noche, para evitar el calor.

¿DÓNDE SE METEN LOS CARACOLES CUÁNDO NO LLUEVE? En el mismo sitio que cuando hace mucho frío o mucho calor: Enterrados bajo la tierra, en huecos de paredes, en agujeros de piedras… en sitios cálidos y húmedos para no secarse ni congelarse y con la entrada de la concha bien cerrada con su tapa de fabricación casera.

El 17 de febrero comienza la temporada de caracoles con 35 puestos repartidos por toda la capital. Ya está aquí la temporada de caracoles en Córdoba y los caracoleros se preparan para levantar la persiana y deleitar a cordobeses y visitantes con las recetas más variadas de este plato típico de la gastronomía cordobesa.

Finales de abril, principios de mayo, es una de las fechas marcadas en el calendario de los sevillanos junto a la Semana Santa y la Feria. ¿Por qué? Porque llegó la temporada de una de las ceremonias más queridas: comer caracoles y cabrillas.

También se vuelven activos cuando el día está nublado o cuando hay niebla. Se esconden debajo de tablas, piedras, desechos de jardín, zonas de césped o maleza y ramas con hojas cerca del suelo o en otros lugares frescos y húmedos. Si el tiempo está frío, hibernan en la tierra.

Viven en cuevas y lugares oscuros. Se pueden encontrar caracoles en lugares oscuros, como en un jardín bajo las hojas de follaje de la planta. Algunas especies viven en lugares fríos como el Ártico y algunas se encuentran en lugares cálidos como playas y desiertos.

El mayor enemigo del caracol es la deshidratación, por ello, estos moluscos se adhieren a superficies lisas y cierran la abertura de su concha. Fabrican una especie de lámina hermética y calcárea, llamada epifragma, que se adhiere a la superficie.

Existen plantas como el romero, la lavanda, la mostaza, la salvia, la capuchina, la begonia y los geranios, que ahuyentan a los caracoles y babosas, por lo que puedes plantarlas en tu jardín.

Consejos para prevenir la invasión de caracoles y babosas en tu huerta o jardín

Para muchos jardineros, la primera señal de la presencia de caracoles y babosas son los daños en las plantas que ocurren durante la noche. Los caracoles y babosas devoran las hojas, flores y tallos tiernos así como los frutos suaves y suculentos próximos al suelo.

Cuando el tiempo es muy seco, se entierran, incluso hasta a dos metros de profundidad, o se ocultan bajo rocas u hojas, en zonas resguardas cerca de ríos o charcos, siempre en lugares donde se sientan protegidos de la falta de agua. Esta misma conducta la llevan a cabo durante el invierno.

No sólo son lentos, sino muy dormilones. Una siesta regular para este animal es de una semana. Así como el perezoso es conocido por dormir entre 9 y 10 horas por día y el koala hasta 15, hay otro que les lleva la delantera: el caracol.

Así observaron que estos animales fueron capaces de recorrer distancias de hasta 25 metros en 24 horas. "Son tan lentos que la gente ni siquiera piensa que se están moviendo, pero resulta que sí lo hacen, y pueden recorrer un largo camino en una noche", explica Dave Hodgson, quien dirigió el estudio.

12,00 €/KG.

Y es que la cría de caracoles puede, por una inversión inicial que no resulta especialmente elevada, reportar unos beneficios de alrededor de 70.000 euros al año a causa de la fuerte demanda de caracoles existente en la actualidad.