¿Cuántas veces se riega el ajo?

Indicaciones para el riego del ajo Inicialmente se recomiendan riegos más ligeros y frecuentes (cada 2 días). Entre los 30 y 90 días se debe regar cada 4 o 5 días, aumentando de manera progresiva el tiempo de riego. Entre los 90 y 120 días se debe regar cada siete días más o menos, con aplicaciones de dos horas.

Su crecimiento dura unos 3-5 meses. El ajo es una planta bastante rústica, que se adapta bien a diferentes climas y tolera bien el frío del invierno, pero no soportaría un agosto seco y caluroso. Por ello, lo mejor suele ser plantarlo en noviembre.

El ajo tiende a pudrirse fácilmente, por lo que, el riego debe ser de moderado a escaso en caso de lluvias. Pero si sos de una zona seca, con un riego moderado cada una semana será más que suficiente. Es muy importante que el suelo donde está plantado el ajo no se encharque y no añadir abono en exceso.

Por lo general, la siembra del ajo blanco se suele realizar en noviembre y la del ajo morado en diciembre o enero.

Para una buena fertilización del cultivo es necesario el nitrógeno, sobre todo en la etapa inicial y final de la plantación. El nitrógeno ayuda al movimiento del agua debajo de la tierra para poder mantenerla húmeda.

Los signos de maduración se ven tanto en los bulbos o cabezas del ajo como en las hojas de la planta:

El ajo es una planta que necesita temperaturas frescas y días cortos durante las primeras etapas de su ciclo vegetativo, para favorecer el desarrollo de las hojas. Al final del ciclo necesita de temperaturas cálidas y días largos, para promover el desarrollo del bulbo.

La poda debe realizarse a finales del invierno o principios de la primavera. Lo ideal es esperar a ver un nuevo crecimiento basal antes de cortar las partes muertas y secas del invierno, a unos 15 cm del suelo.

El ajo es una planta perene resistente que crece mejor expuesta al sol todo el día y en tierra bien drenada.

Ajos compatibles con acelgas, berenjenas, escarola, fresas, lechugas, pepinos, pimientos, remolacha, tomates y zanahorias. Albahacas compatibles con berenjenas, pimientos y tomates. Alcachofas compatibles con apio, lechugas y pepinos.

De los 120 a 140 días, tiempo en que se acerca la cosecha, se deben suspender los riegos para favorecer el secado de los bulbos. Es sumamente importante suspender los riegos tres semanas antes de iniciar la cosecha, con el fin de prevenir la decoloración y ruptura de las túnicas del bulbo.

Empieza a florecer en primavera, pero no hay que dejar que la flor crezca. La flor va a acaparar todos los nutrientes del ajo, lo que provocará una disminución del tamaño del bulbo, y esto no nos interesa si queremos una buena cosecha de ajos.

EL MEJOR MOMENTO PARA SEMBRAR AJOS

Hay dos épocas del año en la que se pueden sembrar cabezas de ajo: de octubre a noviembre o de enero a marzo. El sustrato o el terreno para plantar ajos debe ser ligero, evitando suelos apelmazados, y, muy importante, que esté bien drenado y no se estanque el agua.

Combate sobre todo la roya que es una de las peores enfermedades de los ajos. Esta operación hay que repetirla al menos tres veces. Las cenizas tienen que ser de madera.

Utilice roca de fosfato o fosfato coloidal para suministrar fósforo y arena verde para suministrar potasio . Estos materiales también aportan oligoelementos y mantienen la fertilidad durante varios años. Si tiene escasez de nitrógeno, agregue abono, estiércol añejo, harina de plumas, harina de pescado u otras enmiendas con alto contenido de nitrógeno.

Lo mejor para mantener la calidad del ajo es guardar el bulbo entero en un armario fresco, oscuro y bien ventilado (esto es algo que no solemos tener en cuenta). El ajo durará más tiempo almacenado a una temperatura de entre 15,5 y 18 grados. De esta manera, el ajo debería conservarse unos meses.

Se recomienda plantar los bulbos en otoño para obtener mejores resultados. Separa los dientes de ajo o las cebollas en bulbos individuales y plántalos a una profundidad de aproximadamente 5 centímetros, con la parte puntiaguda hacia arriba. Deja suficiente espacio entre cada bulbo para que puedan crecer sin obstáculos.

La cebolla es la primera en ir a la sartén porque necesita tiempo para volverse traslúcida, es decir, que esté cocida, lo que demora unos 10 minutos. El ajo, por otro lado, se cocina rápido y se quema con facilidad, así que introdúcelo después de que la cebolla esté cocida .

Los ajos pueden conservarse a temperatura ambiente hasta 3 meses. Se puede prolongar este periodo hasta 8 meses a temperatura controlada, bien de -2 a 1ºC, o de 18 a 19ºC. El proceso de secado se puede realizar en campo durante 5-10 días, terminando de secarse en el almacén.

El ajo es una verdura de bulbo, muy similar a la cebolla. Crece bajo tierra y forma un gran tallo de hojas verdes del que eventualmente brota un tallo de flor más pequeño (el escapo del ajo). Por lo general, sólo el ajo de cuello duro producirá un tallo floral o un escapo.

Ajos en maceta o en suelo

El diente de ajo necesita una profundidad de al menos 2,5 centímetros (cm) para crecer; pero también puedes plantarlo más profundo, a unos 10 cm, en una maceta con tierra rica, que no se encharque y a pleno sol.

Puedes optar por cortar los extremos, pero no es estrictamente necesario . Toma tu cuchillo de chef o cuchillo santoku y coloca el lado ancho y plano de la hoja sobre el diente de ajo. Asegúrate de usar la parte del cuchillo más cercana al mango, ya que ahí es donde la hoja es más fuerte.

Si le dejas tanta piel como puedas al ajo, se mantendrá fresco por más tiempo. Normalmente corto el extremo del tallo y lo aparto . A muchas personas les resulta difícil pelarlas en este punto.

recomendación siempre es cortarlo para canalizar la energía de la planta hacia la producción del bulbo es decir para que el bulbo no siga engordando.

El ajo necesita un suministro constante de humedad para desarrollar bulbos de tamaño para el mercado. La aplicación de 1 pulgada de agua por semana durante los períodos de sequía hasta mediados de junio asegurará un buen tamaño.

El ajo es un cultivo de crecimiento lento y plantarlo en otoño le permite tener mucho más tiempo para madurar . En una situación ideal, el ajo se plantaría lo suficientemente temprano en el otoño para que tenga tiempo de desarrollar un sistema de raíces y comenzar a formar un brote, pero no tan temprano como para que el brote emerja por encima del suelo.

El ajo es un competidor extremadamente pobre y debe mantenerse libre de malezas durante toda la temporada. Cualquier presión de malezas robará la luz solar, la humedad y los nutrientes de sus plantas y, en última instancia, dará como resultado bulbos más pequeños .