¿Por qué existe la maldad en el ser humano?

Normas sociales perjudiciales, desigualdades estructurales, la deshumanización del otro y la falta de empatía hacia los demás pueden contribuir al surgimiento de comportamientos maliciosos.

El mal como producto de la ignorancia

Uno de los primeros filósofos en analizar la maldad fue Sócrates, quien atribuía el mal a la ignorancia. Es decir, ningún hombre actuaría mal a sabiendas, sino porque desconoce lo que es el bien y cómo hacer las cosas conforme a él.

Son acciones intensamente dañinas, que implican dolor, sufrimiento y pérdida de la vida o de potencial personal y humano. Reacciones ante un estímulo desencadenante que el agente percibe como adverso –ataque, amenaza o frustración.

Según la filosofía, el mal no es nada real, sino solo una privación." Malebranche: "El mal se puede tomar de tres maneras: como privación del bien, como dolor, o como la cosa que causa privación del bien o que produce dolor.

Según Leibniz, existen tres formas de mal en el mundo: moral, físico y metafísico .

Svendsen propone que existen cuatro tipos de mal en el mundo: demoníaco, instrumental, idealista y estúpido .

Neurólogo asegura haber encontrado la región del cerebro donde reside la maldad. En la mayoría de los casos, este comportamiento se representa como una mancha oscura en el lóbulo frontal del cerebro. El científico cree que en un futuro, se podrán identificar los comportamientos violentos desde temprana edad.

Los filósofos han debatido durante siglos si los humanos nacen buenos o malos. Aristóteles argumentó que la moralidad se aprende y que nacemos como “criaturas amorales”, mientras que Sigmund Freud consideraba a los recién nacidos como una pizarra moral en blanco.

La maldad no "nace", siempre estuvo ahí. Es inherente a nuestra naturaleza como organismo. En grupos sociales como ballenas y chimpancés se han registrado actos de maldad tanto hacia otros seres de su propia especie, como hacia seres de especies diferentes.

En Platón, el mal no es algo externo al hombre, una especie de fuerza o energía que inexplicablemente se le instale, como aparece en la tragedia griega, sino una realidad. Y si es así, entonces puede ser comprendido y evitado, pues atañe a la acción de un individuo, a su facultad de hacer o no hacer.

El que actúa mal, lo hace por ignorancia del bien, porque desconoce qué es "lo bueno": nadie obra mal a sabiendas. Así, pues, según Sócrates el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar con rectitud o virtuosamente, mientras que el mal es producto de la ignorancia.

Aristóteles vincula la primera con la maldad porque es para él un estado de ignorancia universal en el cual el sujeto no sabe lo que debe y no debe hacer. No obstante, no hay que entender su ética como el cumplimiento de acciones morales por deber, sino como la formación de hábitos virtuosos para vivir una vida buena.

Se señala que el mal resulta innato e inherente al ser humano. Esto se sostiene debido a una particular característica de la pulsión: la crueldad. Se delimita la operación elemental que supone la crueldad y cómo el mal surge para Freud en la intersección entre la crueldad de la pulsión y la amenaza de pérdida de amor.

De estos dos tipos, podemos dividirlos en las dos clases siguientes: Mal físico: esto significa dolor corporal o angustia mental (miedo, enfermedad, pena, guerra, etc.) Mal metafísico: se refiere a cosas tales como la imperfección. y el azar (delincuentes impunes, deformidades, etc.)

El mal es una carencia de algo, es una privación. Este mal es el mal metafísico, el princi- pal, el inevitable, el que hace posible que existan el mal moral y el mal físico. El mal moral es el de la culpa, el del pecado y el mal físico el del dolor y el sufrimiento.

A nivel general, son personas que destacan por ser mentirosas, crueles, egocéntricos, tener una falta total de empatía o conciencia, además de ser terriblemente manipuladores. Todo ello, encubierto por una inteligencia, carisma, extroversión y encanto sin igual, que hace que más de uno (y de dos) caigan en sus redes.

El estudio mostró que los psicópatas han reducido las conexiones entre la corteza prefrontal ventromedial (CPFVM), – la parte del cerebro responsable de los sentimientos como culpa y empatía -y la amígdala que se relaciona con la ansiedad y el miedo.

El lóbulo parietal, responsable de dar sentido, detecta el cambio en nuestro esquema corporal y participa en forma activa. El lóbulo frontal retiene y memoriza las oraciones. Y la parte de la emoción, el sistema límbico, las transforma en vigorosa motivación. ¡Es todo el cerebro entregado cuando rezamos!

También hay situaciones en las que el mal es una respuesta a amenazas al yo . Algunas personas se sienten motivadas a hacer el mal para ganar autoestima y estar a la altura de una autoimagen grandiosa. En estas situaciones, los actos vengativos pueden ser armas utilizadas para humillar a otras personas. Sin embargo, muchos actos malvados son el resultado del fanatismo idealista.

En términos generales, hay dos lados en este debate. Se dice que los seres humanos son intrínsecamente buenos, pero su entorno puede desviarlos. El otro sostiene que los humanos son malvados por naturaleza y necesitan su entorno para hacerlos (y mantenerlos) buenos . Uno de los principales defensores de lo primero fue el erudito confuciano Mengzi.

Ética y moralidad

Las "personas malas" y los "actos malvados" son comunes, pero mucho menos comunes de lo que generalmente se cree. La mayoría de las personas son morales y autocontroladas .

Cuando los hombres rectos mueren, van al paraíso, a un estado de paz y descanso. Los malvados, por otra parte, no conocen la paz. Isaías 57:3-12 se refiere a la maldad general y emplea como ejemplo la falta de fidelidad de Israel con Dios, que se describe aquí y en otros lugares como adulterio (véase verso 7-8).

Para Sócrates la verdad se identifica con el bien moral, esto significa que quien conozca la verdad no podrá menos que practicar el bien. Saber y virtud coinciden por lo tanto quien conoce lo recto actuará con rectitud y el que hace el mal es por ignorancia.

Sócrates creía que nadie hace el mal voluntariamente. El mal es el resultado de la ignorancia. Si la gente supiera qué es lo correcto, lo harían.

La antigua cuestión de si hay más mal que bien o si el mal simplemente destaca más ha sido debatida durante mucho tiempo por psicólogos, filósofos y teólogos. Pero al examinar los datos, además de observar el comportamiento humano, la conclusión parece clara: la mayoría de las personas son realmente malvadas .

Desde el punto de vista de Sócrates, hacer el mal daña el alma . Dado que, en su opinión, el alma es lo más valioso que existe, es importante protegerla de este daño. Sufrir el mal, por el contrario, no daña el alma. Podría dañar el cuerpo.

Por tanto, la maldad es la dimensión social del mal. El mal que nos sobrepasa a nivel individual y adquiere dimensiones grupales. Esta dimensión colectiva, proyectada en el tiempo, adquiere una significación histórica. De modo que podemos observar la maldad dentro de la historia del ser humano.