¿Qué es el carbono y dónde se encuentra?

El carbono es un elemento extremadamente común y muy importante en la Tierra. Se encuentra en aproximadamente 50 por ciento de todos los tejidos de los seres vivos y está presente en las cuatro esferas mayores del planeta: la biosfera, la atmósfera, la hidrosfera y la litosfera.

El carbón se origina por descomposición de vegetales terrestres, hojas, maderas, cortezas y esporas que se acumulan en zonas pantanosas, lagunares o marinas de poca profundidad, en un proceso que tarda varios millones de años.

El carbono entra en todas las redes tróficas, tanto terrestres como acuáticas, a través de los autótrofos, organismos que producen su propio alimento. Casi todos estos autótrofos son fotosintetizadores, como las plantas o las algas.

El carbono es un elemento químico de número atómico 6 y símbolo C. Es sólido a temperatura ambiente. Dependiendo de las condiciones de formación, puede encontrarse en la naturaleza en distintas formas alotrópicas, carbono amorfo y cristalino en forma de grafito o diamante.

El ciclo natural del carbono se mantiene casi en equilibrio; los animales y las plantas emiten CO₂ a la atmósfera a través de la respiración, mientras que las plantas lo absorben mediante la fotosíntesis. Los océanos también reciclan el CO₂ con la atmósfera, en un equilibrio casi perfecto.

Encontramos carbono puro en estructuras cristalinas como el diamante y el grafito o en estructuras amorfas como el mineraloide shunguita. También podemos encontrarlo combinado con otros elementos formando, por ejemplo, la calcita. Otra gran fuente de carbono son los combustibles fósiles como el carbón.

Los mayores depósitos de carbono se encuentran en los sedimentos, océanos y combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas natural). Las plantas al crecer también fijan y almacenan carbono. Si el sistema global está en un estado de equilibrio dinámico, la concentración de CO2 en la atmósfera permanece constante.

Aportan la energía, ahorran proteínas, evitan la creación de cuerpos cetónicos y forman parte del tejido conectivo y el nervioso.

Reduce la capacidad para transportar oxígeno de la sangre y hace que las células no puedan utilizar el oxígeno que les llega. La falta de oxígeno afecta principalmente al cerebro y al corazón. Puede provocar intoxicaciones graves, incluso la muerte.

Así que sin el carbono no existiría la vida, al menos tal como la conocemos, ni seríamos capaces de conocer nuestra historia antigua ya que no podría establecerse una cronología ni tan siquiera aproximada en base a los restos arqueológicos de civilizaciones pasadas.

En el idioma español, no es lo mismo “carbono” que “carbón”. “Carbono” es el nombre del elemento, y “carbón” es un sólido formado principalmente por cadenas de átomos de carbono.

El principal uso industrial del carbono es como un componente de hidrocarburos, especialmente los combustibles fósiles (petróleo y gas natural).

El carbón vegetal es un material combustible con un alto porcentaje de carbono, que se caracteriza por ser poroso, sólido y frágil. Se obtiene cuando la madera u otros residuos vegetales arden en ausencia de aire (carbonización) a temperaturas que oscilan entre los 400 y los 700 º C.

La mayor fuente de las emisiones de dióxido de carbono procede de la combustión del carbón, petróleo y gas de las centrales eléctricas, los automóviles y las instalaciones industriales.

Sus usos más importantes son la generación de electricidad, la producción de acero, la fabricación de cemento y la producción de combustibles líquidos.

Haga clic en un país para ver las estadísticas correspondientes.

El carbón es un combustible fósil. Se denominan así a aquellos materiales orgánicos combustibles que se encuentran en la corteza terrestre y se han formado hace mucho tiempo, a partir de la descomposición de plantas en condiciones de presión elevada durante millones de años.

El carbón. El carbón es una roca sedimentaria organógena muy rica en carbono y otros elementos tales como hidrógeno, azufre, oxígeno y nitrógeno.

La principal fuente de carbono que sirve a los seres vivos como base para formar materia orgánica es el dióxido de carbono (CO2) atmosférico y el que se encuentra disuelto en el agua.

Carbono y el ciclo global del carbono

El resto del carbono se almacena como: CO2 (dióxido de carbono) en la atmósfera (2%), biomasa en plantas terrestres y suelo (5%), combustibles fósiles en reservas geológicas (8%) y como un grupo de iones en los océanos (85%).

Las plantas, y en concreto los árboles, almacenan CO2 a través de la fotosíntesis, un mecanismo que permite a los árboles capturar el dióxido de carbono presente en la atmósfera durante todo su crecimiento. Los árboles se denominan así "sumideros de carbono".

En la Tierra, hay un flujo de carbono de la atmósfera a las plantas a través de la fotosíntesis y luego un flujo de regreso a la atmósfera por medio de la respiración de las plantas y los animales y la descomposición.

Respirar altas concentraciones de dióxido de carbono de manera prolongada puede conducir a cuadros como hipercapnia – el envenenamiento por CO2 – con síntomas como alta presión sanguínea, enrojecimiento de la piel, espasmos musculares y respiratorios, dolores de cabeza, y más.

Los pulmones y el aparato respiratorio nos permiten respirar. Permiten la entrada de oxígeno en nuestros cuerpos (inspiración o inhalación) y expulsan el dióxido de carbono (expiración o exhalación). Este intercambio de oxígeno y dióxido de carbono recibe el nombre de "respiración".

Tener niveles más bajos de dióxido de carbono puede significar que tiene lo siguiente: Acidosis metabólica, es decir que la sangre es demasiado ácida. Enfermedad de Addison, un problema en las glándulas suprarrenales. Cetoacidosis (es una complicación de la diabetes tipo 1 y tipo 2)

La anoxia cerebral aguda conduce al coma en algunos segundos y provoca en algunos minutos lesiones cerebrales irreversibles. El aumento del dióxido de carbono (CO2) produce mareo, falta de concentración y atención, cefalea, embotamiento y puede llegar a la pérdida de conciencia.

El CO se encuentra en los gases producidos por calderas, calentadores de queroseno, vehículos cuyos motores se “calientan” en garajes, estufas (cocinas), lámparas portátiles o faroles, estufas (cocinas) de gas, generadores portátiles, o la quema de carbón o madera.