¿Qué es mejor lejía o cloro?

Con más cloro, la lejía es más agresiva pero también peligrosa para la salud, y manipular una alta concentración de cloro solo es apto para profesionales preparados. Mucho cuidado con las mezclas entre lejía con cloro y otros ingredientes como limpiacristales, lavavajillas o limpiadores de todo tipo.

Por su parte, el cloro es líquido que se utiliza para purificar y su concentración es muy superior a la lejía, siendo de entre 150 y 180 gramos por litro.

El cloro, hipoclorito sódico o lejía es el desinfectante universal. Aprendamos un poco más sobre sus beneficios y usos: Es cloro activo frente a todos los microorganismos. Se utiliza en forma de hipoclorito sódico, con diversas concentraciones de cloro libre.

Finalmente, si la lejía está mal dosificada puede convertirse en un peligro para los bañistas. Un agua de piscina demasiado concentrada en lejía puede ser tóxica, irritar los ojos, la piel y las vías respiratorias de los pequeños y grandes bañistas.

Lejía y otros productos de limpieza

Limpiacristales, lavavajillas, limpiadores de baño, etc. La mezcla de cualquiera de estos productos con lejía produce también gas cloro. Y la mínima exposición provoca problemas respiratorios y oculares.

Nunca debemos usar este producto en superficies enceradas o barnizadas (parqués naturales y/o barnizados) y superficies de muebles lacadas o enceradas. Es recomendable usar guantes cuando lo usemos y, sobre todo, nunca deberemos mezclar con lejía o productos que la contengan.

El cloro granulado es una opción muy saludable, pues no solo huele mucho menos a cloro, además es más suave y menos irritante, asi que es una opción ideal para personas que tengan la piel más sensible. No irrita ni cuando lo usas ni en el agua.

El cloro es una sustancia química industrial muy importante que se usa en la manufactura de miles de productos. También se usa para desinfectar agua, aunque el cloro se transforma rápidamente a otras sustancias al comienzo del proceso.

Desinfecte en una solución de 1 cucharada de cloro de uso doméstico en 1 galón de agua limpia. Déjelas secarse al aire.

El cloro líquido que se suele usar para desinfectar las piscinas es hipoclorito sódico, similar a la lejía que usamos en casa para limpia, la diferencia está en el grado de concentración.

Cuando la lejía se diluye en agua, termina por evaporarse y, por tanto, pierde eficacia en unas horas.

El agua verde de una piscina es consecuencia del desarrollo de microalgas. Para solucionarlo, hay que limpiar, filtrar el agua y utilizar productos específicos. El tratamiento del agua con alguicidas, floculantes o clarificantes, junto al análisis del ph, son necesarios para tratar el agua antes del primer chapuzón.

V= Vt (volumen del tanque) x 10 / porcentaje de concentración de cloro. Por ejemplo, para un tanque de 1000 litros se debe añadir unos 3 litros de cloro de 3,5% de concentración. V= 1000 litros x 10 / 3,5 = 2857 mililitros de cloro (aproximadamente 3 litros).

Mezclar lejía se puede hacer con jabón, agua y con detergente líquido neutro, pero nunca con productos como bicarbonato, alcohol, agua oxigenada, vinagre, amoniaco, limpiadores multiusos ni con desinfectantes.

irritación de los ojos a 5 ppm. irritación de la garganta a 5–15 ppm. dolor inmediato del pecho, vómitos, alteraciones del ritmo respiratorio y tos a 30 ppm. daño del pulmón (neumonía tóxica) y edema pulmonar (líquido en los pulmones) a 40–60 ppm.

Por su parte, el vinagre es un ácido (ácido etanoico para la IUPAC ó ácido acético en su nomenclatura tradicional). Por lo tanto, cuando una persona decide mezclar vinagre con lejía, el hipoclorito de sodio toma un protón del vinagre y dicha reacción genera ácido hipocloroso.

En este sentido, el amoníaco destaca por su poder desengrasante, pero no desinfecta al mismo nivel que la lejía; en cambio, la lejía es por excelencia el producto más usado para desinfectar los hogares y hoy más que nunca se ha convertido en una gran aliada.

Aunque ambos tienen propiedades desinfectantes, la lejía debe utilizarse con extrema precaución debido a su naturaleza altamente corrosiva. El amoníaco, por el contrario, es mucho menos agresivo, lo que lo hace más seguro para su uso cerca de personas, mascotas y plantas.

El amoníaco tiene más poder desengrasante que desinfectante, por lo que será recomendado en aquellas superficies que recurrentemente se manchen y a la vez no sufran un excesivo contacto con nuestras manos.

irritación de la garganta a 5–15 ppm. dolor inmediato del pecho, vómitos, alteraciones del ritmo respiratorio y tos a 30 ppm. daño del pulmón (neumonía tóxica) y edema pulmonar (líquido en los pulmones) a 40–60 ppm. muerte después de 30 minutos de exposición a 430 ppm.

Los desinfectantes que contienen alcohol isopropílico o cloro son mejores, dice Berezow, y es mejor limpiar las superficies con estas soluciones. Incluso el agua y el jabón común son desinfectantes más efectivos que el vinagre, dice Berezow, y se pueden usar en el hogar.

El Cloro es un desinfectante universal, de uso común, activo frente a muchos microorganismos. Se trata de una solución de Hipoclorito de Sodio, al 6% disuelto en sosa (Hidróxido de Sodio). Comercialmente también se le conoce como blanqueador doméstico.

El cloro destruye los gérmenes que causan enfermedades y permite que el agua sea segura. Las enfermedades transmitidas por el agua mataban a miles de residentes de los Estados Unidos cada año.

Cuando usas cloro para blanquear la ropa, aceleras su desgaste, ya que es un compuesto químico que puede provocar daños irreparables en las prendas, tales como: La tela se endurece y pierde su elasticidad. El color se desvanece con el tiempo. La vuelve amarilla.

Agrega tu detergente habitual a la lavadora antes de añadir las prendas o el cloro. Llena el dispensador para cloro hasta el nivel máximo con Clorox® Tradicional o Clorox® Aromatizado, o añade 120 ml de cloro directamente en la lavadora. Agrega las prendas blancas y comienza el ciclo de lavado.

El cloro es un desinfectante, si se utiliza como se indica en la etiqueta puede eliminar virus y bacterias de superficies, alimentos y agua, contribuyendo al cuidado de la salud de tu familia. Es ampliamente recomendado y usado para potabilización de agua, a nivel Internacional por la Organización Mundial de la Salud.

Debe estar entre 0,4 y 1,5 gramos por cada metro cúbico.

Recordamos que un metro cúbico equivale a 1.000 litros, por lo que es muy sencillo elaborar este cálculo de manera rápida. En caso de que el cloro esté en formato líquido, habría que echar 2 litros por cada 10.000 de agua.