¿Qué hacer para mantener un césped verde en pleno verano?

Riego abundante. Como referencia general, se recomienda regar el césped de 2 a 3 veces por semana durante el verano. Después de cortar, abona el césped. Utiliza el fertilizante que más se ajuste a tu tipo de hierba. Si lo deseas, también puedes hacer tu propio abono natural.

Los principales nutrientes que se aconseja aplicar son: Nitrógeno. Elemento esencial para el crecimiento y regeneración. Su falta produce color verde claro, amarillento, bajo rebrote, que deja el espacio libre -entre otras cosas-, para el nacimiento de malezas menos exigentes de este elemento.

Si tu césped se amarillea de forma uniforme es probable que estés abonando en exceso, con lo que deberías reducir la dosis de abono o buscar uno menos rico en nitrógeno. El exceso de los otros elementos suele ser mucho menos importante, y hacen falta cantidades realmente grandes para que suponga un problema.

Consejos para regar el césped en verano

Espaciar los riegos cada 2 o 3 días será suficiente para contar con un césped hidratado todo el verano. Lo idóneo es emplear un sistema de riego automático que pueda regar a primera hora de la mañana para que las hojas no se quemen.

Compost. Es el abono orgánico más usado para césped. El compost ayudará a mejorar la densidad y el color del césped, aportando en él un mayor enraizamiento. Guano.

Si detectas que el césped se pone amarillo, toma nota de estas recomendaciones para dar solución a este incómodo problema.

El césped amarillea por exceso de humedad.

El suelo se satura de agua y las plantas mueren por asfixia radicular. Una característica de esta causa es el amarillamiento paulatino, y posterior putrefacción húmeda de la planta.

Un exceso de ciertos nutrientes, especialmente abonos minerales, puede provocar la decoloración y/o la muerte de la hierba. Con este exceso de abono el césped se vuelve verde oscuro o incluso verde azulado, debido al exceso de sales del fertilizante, que "quema" las briznas de hierba.

El crecimiento de la planta se detiene repentinamente y las hojas se vuelven amarillas y luego marrones, lo que indica que hay exceso o falta de riego. Examina las hojas: si están crujientes, probablemente estés regando poco; si están blandas al tacto, probablemente estés regando en exceso.

Es importante que riegues tu césped de forma adecuada para evitar que se seque o que se sature de agua. En general, lo recomendable es regar dos veces por semana, asegurándote de que el agua penetre al menos 5 cm en la tierra.

El momento ideal para regar la mayoría de variedades de césped es a primera hora de la mañana. La hierba tendrá todo el día para secarse y el agua no se evaporará de una vez, ya que el sol no ha tenido tiempo de calentar el césped. Sin embargo, la opción más ecológica es regarlo por la noche.

El césped al sol debe tener entre 4 y 5 centímetros de altura. Durante las olas de calor intenso, también puede dejarse el césped ligeramente más alto. El césped en sombra debe tener una altura mínima de 5 cm. Abona el césped en mayo/junio para prepararlo para los picos de calor del verano.

Con los difusores te suelen hacer falta 6 – 7 minutos de riego, pues la cantidad de agua que proporcionan es suficiente. El riego con aspersores. Los aspersores, al contrario que los difusores, proporcionan menos agua y la distribuyen de manera más equitativa. Con ellos harían falta unos 20 – 40 minutos de riego.

Riego con difusores: entre 3-8 minutos. Riego con aspersores: Estos entregan menos agua pero por el contrario es distribuida de modo más equitativo. Entre 10-20 minutos sería lo razonable.

Ya indicamos que los aspersores son más eficientes. Estás son las ventajas con respecto a los difusores. Un menor coste en emisores, pues se necesita un mayor número de difusores para cubrir el mismo terreno. Un menor coste en tuberías, pues se necesitan menos metros de tubería para llegar a todos los aspersores.

¿Cómo cuidar el césped? 5 consejos útiles para mantenerlo siempre verde.

Escarificar el césped en primavera

Abril y mayo son los mejores meses, ya que el césped crece con fuerza, aunque también puedes hacerlo entre marzo y mayo, y en septiembre, en función del tiempo. Lo ideal es escarificar el césped dos veces al año, pero no cuando el suelo esté frío; debería estar por lo menos a 10 °C.

Para elaborar el fertilizante, es tan simple como triturar 5 cáscaras de huevo limpias, las añadimos a una botella de agua de 1 litro y utilizaremos esta para regar nuestras plantas. Otra opción es aplicar las cáscaras de huevo trituradas directamente en la tierra de nuestras plantas.

Para solucionar este problema y hacer que el césped disponga de suficiente oxígeno en las raíces, tienes que airear la tierra periódicamente practicando pequeños agujeros de unos 5 a 10 cm de profundidad, aproximadamente, con algún tipo de aireador manual o mecánico.

Si por lo contrario el césped tiene exceso de agua, reprograma el riego para que solo riegue en las horas precisas. En invierno, el exceso de lluvias también pueden provocar manchas amarillentas. Al regar más de la cuenta, las raíces se pudren y las hojas se vuelven amarillentas.

Las siegas traumáticas (cortar el césped de muy alto a muy bajo en una sola vez), siempre suponen un estrés para el césped que provoca su amarilleamiento y marchitez. Si se deja el césped crecer en exceso, la parte baja de las plantas no reciben luz y por lo tanto no realizan la función clorofílica.

Si no llueve, el césped debe regarse dos veces por semana, con entre 10 y 15 milímetros cada vez. Si el césped recibe cantidades insuficientes de agua de manera continuada, el sistema de raíces se ve forzado a aflorar a la superficie, donde está el agua y, por lo tanto, el césped se vuelve aún más sensible a la sequía.

Reducción de la luz solar:

Debido a esto, si el césped no recibe suficiente luz solar como para producir “alimento” (carbohidratos), se verá reducido su vigor y crecimiento. No todos los largos de onda son igualmente efectivos en el proceso de fotosíntesis.

De entre los tipos de césped para climas fríos, el Ray Grass inglés (Lolium perenne) es la referencia indiscutible. Debido a su rápido crecimiento, sus niveles de densidad, su resistencia al frío y su llamativo color verde brillante, es de los céspedes más instalados en este tipo de climas.

Las calvas, la principal muestra de un césped dañado

Se manifiesta como manchas circulares pequeñas de color grisáceo, que comienzan con el diámetro de una moneda y llegan a alcanzar los 10-12 cm. Las manchas se unen entre sí pudiendo afectar a superficies importantes. Las hojas van muriendo desde el ápice hasta la corona.